Empate sin oxígeno

Primer partido de Las Palmas en casa y nueva oportunidad para comprobar que el equipo aún está a medio cocinar. Algo normal y si tenemos en cuenta que estamos en Agosto y que es el segundo partido de 42. Una primera parte esperanzadora y una segunda decepcionante. Ese podría ser el mejor resumen del partido.

Lo cierto es que hubo que esperar 24 minutos para ver la primera oportunidad clara de gol, cuando el nigeriano Chrisantus encaró la portería de Yoel y su disparo fue interceptado con el pie por el buen guardameta gallego. No fue el único mano a mano que desperdiciamos. Sergio tuvo otros dos. En el primero burló al portero pero mandó el balón al lateral de la red. Y en el segundo el esférico volvió a encontrase con el pie de Yoel. No se puede fallar tanto, sobre todo si toda tu gasolina la quemas en los primeros 45 minutos.

Los goles llegaron seguidos. Primero Vitolo remató en plancha un buen centro de Nauzet (rompiendo por enésima vez la línea defensiva lucense). Pero a los tres minutos no supimos defender una falta lanzada por Pablo Álvarez desde la zona de medios y el balón entró sin que lo tocara nadie. Barbosa hizo lo que más le gusta: la estatua.

Vitolo celebra su gol.

El Lugo apenas llegó en la primera mitad. Un remate cruzado de Quiroga (ovacionado por la afición cuando fue sustituido en la recta final del partido) fue lo más peligroso que hizo el equipo de Quique Setién en el primer acto.

Tras el descanso, ambos equipos vaciaron sus fuerzas en la presión incesante en el centro del campo. Pero cuando esa presión cedió, quien tuvo más entereza y fuerza fue el equipo visitante. Nauzet desapareció, a Momo ni se le veía y Chrisantus tenía que ir a buscar los balones muy lejos de su hábitat natural. Los gallegos se hicieron con el juego y con el balón, y Las Palmas empezó a sufrir. Fran Pérez mandó un cabezazo a la escuadra (con otra magistral estatua de Barbosa) y Fran Sol envió fuera un mano a mano con el argentino.

Las Palmas no tenía fuerzas ni ideas claras. Su juego se diluía. Ni siquiera los cambios de Lobera dieron aire fresco al equipo. Más bien todo lo contrario. Corrales era una máquina de perder balones, y el equipo defendía con faltas motivadas por la falta de oxígeno.

Solamente al final, con aquella bravura de la temporada anterior, Las Palmas intentó sin éxito que los tres puntos se quedaran aquí. Vitolo tuvo dos, pero pero su primer remate se marchó fuera por poco y el segundo lo volvió a detener Yoel cuando tenía toda la portería para él.

Jeison Murillo fue de los más destacados de los amarillos.

Queda un largo camino por recorrer. Largo y duro. El empate de hoy hay que ponerlo en valor. El rival fue digno (a pesar de las pérdidas de tiempo en la segunda parte), y el momento es el adecuado. Toca tomar nota y corregir errores. Lo mejor se quedó en la primera parte, como en Santander, pero hace una semana teníamos ventaja mientras que hoy cuando quisimos ir a por el partido las piernas no respondían, y la cabeza tampoco. Lo peor llegó con el bajón nivel físico. Ojo que el sistema y el concepto de Lobera exige mucho esfuerzo físico. Hay que ponerse en forma cuanto antes y no desparecer a los 60 minutos.